Pesadillas vs terrores nocturnos: cómo distinguirlas y cómo prevenirlas.
- Crescente

- 27 oct
- 4 Min. de lectura
Mi experiencia con los terrores nocturnos
Afortunadamente, la primera vez que lo viví, ya había escuchado vagamente sobre los terrores nocturnos. Porque cuando llevaba un rato tratando de calmar a mi hijo de tres años —buscando qué le pasaba (si tenía fiebre, si le había picado una araña, o qué era lo que lo aterraba tanto) y nada lo calmaba— recordé los terrores nocturnos.
Mi hijo no se calmó en mucho rato. Tenía los ojos abiertos, pero estaban rojos. Y no paraba de llorar y dar patadas. Ni mis brazos ni mis palabras ni mis cantos lo calmaban.
Puede parecer que la parte de “terror” realmente la estás viviendo tú, porque resulta muy angustiante si es la primera vez que lo vives. Pero los terrores nocturnos son una parte normal del desarrollo en muchos niños.

¿Cómo saber entonces si es un terror nocturno o una pesadilla? ¿Son lo mismo?
No. Es importante reconocer la diferencia para poder reaccionar con más calma y eficacia.
¿Qué son las pesadillas? sueños con miedo, pero con recuerdo

Las pesadillas son esos sueños malos o aterradores que todos conocemos. Suelen aparecer en la segunda mitad de la noche, cuando el cerebro entra en la fase REM, en la que soñamos más.
En una pesadilla, el niño se despierta por completo, te llama y te cuenta lo que soñó (que había un monstruo, o una caída, o persecuciones, etc.). Está asustado, sí —pero está despierto del todo y recuerda lo que soñó. Aunque asustado, es consciente de lo que ocurre y busca consuelo en sus padres.
Según Bilbao, este tipo de sueños son una forma que tiene el cerebro infantil de procesar emociones o experiencias intensas vividas durante el día. Por eso, suelen aumentar en épocas de estrés, cambios o cansancio.
Lo bueno: con un abrazo, palabras tranquilizadoras y una buena rutina, normalmente todo vuelve a la normalidad.
Los terrores nocturnos: cuando parece despierto, pero no lo está

Imagina esto: tu hijo de repente se sienta en la cama, grita, tiene los ojos abiertos, suda… pero no te reconoce. Intentas hablarle, abrazarlo —y nada. Según el neuropsicólogo Álvaro Bilbao, estos episodios son más impactantes para los padres que para el propio niño, ya que al día siguiente no los recuerda.
Ocurren durante el sueño profundo (etapa reparadora), de tipo no-REM, normalmente en las primeras horas de la noche. Por lo que es probable que sufran terrores nocturnos a pocas horas de acostarse.
Aquí viene la gran diferencia: el niño no está realmente despierto. Por eso no sirve intentar despertarlo o hablarle mucho intensamente: su cerebro sigue dormido, sólo que está entrando en una fase conflictiva.
El experto señala que los terrores nocturnos no son signo de un problema emocional mayor, sino una manifestación de la inmadurez del sistema nervioso, que tiende a desaparecer con el crecimiento, especialmente si se cuida la calidad del sueño.
No hay mucha investigación respecto a la prevalencia de los terrores nocturnos, pero se estima que se presentan entre el 1% y el 6,5% de los niños; sin embargo, un estudio reveló que el 40% de los niños menores de 5 años habían experimentado algún episodio.
Durante los terrores nocturnos, los niños pueden:
Gritar o chillar
Llorar incontrolablemente
Agacharse, patear y golpear.
Sentarse derecho en la cama o cuna.
Levantarse de la cama y huir de sus padres.
Mirar fijamente al espacio
Sudar o respirar con dificultad.
Parecer asustado.
Ser insensible o resistente al consuelo.
¿Cuánto duran?
Suelen durar entre un minuto y más de 45 minutos, aunque un episodio tan largo es poco común y suele durar unos 10 minutos. Durante este tiempo, no podrás despertar a tu hijo, aunque desees desesperadamente ayudarlo o consolarlo.
¿A qué edad son más recurrentes?
Si sufres de terrores nocturnos con tu hijo pequeño, probablemente estés ansioso por saber cuánto durará esta nueva y aterradora etapa. Los terrores nocturnos pueden comenzar desde el primer año de edad y persistir hasta los 13, pero la mayoría de los niños los superan al llegar a los 6 años. Un estudio de JAMA Pediatrics reveló que la edad más común para los terrores nocturnos es el año y medio.
¿Qué hacer durante un terror nocturno?

¿cómo actuar cuando ocurre un terror nocturno?
Mantén la calma. Aunque es angustiante verlo, el niño en ese momento no está consciente del todo.
Asegura que no se haga daño: si se mueve mucho, se levanta o sale de la cama, acompáñalo o evita que tropiece.
No insistas en despertarlo o “sacarlo” del episodio forzadamente: eso puede prolongar el evento.
Una vez pase el episodio, él seguirá durmiendo normalmente. Al día siguiente, probablemente no recuerde nada.
Más allá de eso, solo hay que dejar que el episodio pase. Afortunadamente, la mayoría termina en unos 10 minutos.
¿Y cómo prevenir que vuelvan?

Vale la pena tomar algunas medidas para reducir la frecuencia o intensidad de estos episodios:
Procura una rutina de sueño consistente y relajante. Evitar pantallas o estímulos fuertes antes de dormir ayuda.
Asegúrate de que el niño duerma lo que necesita: el cansancio excesivo es un desencadenante común. Los niños de entre 1 y 5 años necesitan dormir en promedio entre 12 y 15 horas al día (mientras que los niños en edad escolar necesitan alrededor de 12 horas).
Evita cambios bruscos de ambiente o rutinas (viajes, dormir en otro sitio, etc.), ya que estos pueden empezar los terrores.
Considera eliminar posibles factores que interfieran con el sueño profundo (temperatura adecuada, evitar líquidos justo antes de dormir, etc.).
Conclusión
Aunque para los padres puede sentirse como un momento de “terror”, no significa que algo grave le esté pasando al niño. Es parte de su desarrollo, y la buena noticia es que suele desaparecer con el tiempo.
Lo esencial es estar presente, seguro, sin exagerar la culpa o el miedo. Con el tiempo, los niños recuperan su sueño.
Si tú estás pasando por una experiencia parecida, no estás solo. Y aunque el momento sea intenso, hay luz al otro lado.



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